Recuerdos de una mente malgastada.

por Sofia amanda

¿Recuerdas que te gustaba vestir de rosado? ¿Andar por el pasto a pie descalzo, jugar con las flores y hacer burbujas de jabón? Esperabas el atardecer y leías un libro para olvidar por un rato lo feliz que era el mundo sin que nadie hiciera daño.

¿Recuerdas que te gustaba cantar? Pasabas horas en la guitarra, con esa voz que tienes que es bastante especial. También te gustaba pintar, correr por toda la casa, gritar mi nombre cuando te quitaba un pincel, Te gustaba comer frambuesas con leche condensada, salir a buscar moras y hacer un pastel. Coleccionabas flores secas en una agenda de un año añejo. Usabas el pelo suelto, corto, y parejo. Negro.

Siempre sonreías, disfrutabas tanto del campo como yo, en verano te subías en el columpio y te hacía llegar al planeta que quisieras, y en invierno abrigarnos juntos en la estufa para no perder el calor.

Bailabas ballet, eras una princesa en puntitas. Cuando llegaba de sorpresa abrías la puerta feliz porque sabías que siempre te llevaba ese pastel de limón que tanto te enamora. Te gustaba comer manzanas con sal y mojarme la camisa cuando regabas las flores. Hablar de las plantas, de los colores, de tus gatos, y sólo conversar.

Me gustaba verte caminar. Cuando tus manos como pluma se movían. Cuando mirabas para atrás y me sonreías sin temor. Verte bailar y cantar. Correr tras de ti, comer pie de limón y ordenan tus libros por cantidad de paginas y tamaño. Oler el perfume de tu armario, sacarte fotografías, husmear en tu ropa limpia lo que falta y lo que te podría obsequiar. Abrirte las cortinas apenas llegaba a tu habitación, saltar sobre ti y hacerte cosquillas. Me gustaba escucharte reír, encontrar películas en casa e ir por palomitas y tener una tarde sólo para los dos.

Me gustaba notar lo que nadie nota ahora.

El porque te duele tanto la soledad.

El porque huyes de la personas

El porque le tomaste el gusto a escribir

Sabiendo el daño que te hacía.

Me gustaba leerte en cada oración, escuchar y tratar de entender el porque te sentías mal contigo misma, el porque siempre has tenido ese miedo a morir que nadie entiende. Escuchar tus conversaciones sobre cuestiones que yo en la vida había oído, y sentir el raro de las palabras que usaste. Me gustaba amarte en plenitud. Sin que nadie te estorbase, porque sólo éramos los dos, tú me tenías a mí y yo te tenía a ti. No había nadie más.

Me gustaba hacer todo pensando en ti, hasta olvidarme de tu nombre. Hasta olvidar que nadie te va a volver a amar así. Hasta saber que tu color favorito nunca ha sido el blanco. Menos el gris. Que te gusta más el chocolate de leche que el amargo, que nunca has escrito por gusto, sino por mera desesperación.