El control racional del oficio de escribir.

Mes: febrero, 2012

Así de simple.

Te amo, y quiero que vuelvas aquí, que más puedo decir. Hoy dejo el orgullo de lado. Ya van muchas veces a repetir. Cuantas habrán sido ya, que no ha de creerse ni una de mis palabras. Balbuceo, corrijo, odio, pero te amo. Te cuidé cómo el mejor de mis tesoros, prometí dártelo todo, amanecer cada día en ti, volar entre sabanas, vivirte con amor. Pero no, sólo pude darte lo pude, lo que tenia, nada más. Fue poco lo sé, porque a veces, habían cosas más importantes que escucharnos, entendernos y abrazarnos.

¿Cuando fue la última vez que oímos nuestras voces reír? ¿Cuando fue nuestro ultimo beso real? ¿Cuando fue que realmente nos amamos? ¿Alguna vez lo hicimos de verdad? ¿Amamos de la forma en que debía de hacerse?

Quien diría no, un día así, odie tu presencia, pero quise tu estancia. Odié tus aventuras asquerosas buscando carne y demás, pero quise abrazarte. Odié que prefirieras el tiempo de otras mujeres, pero quise darte de nuevo, todo de mi, e ir hacia ti, preguntarte cómo estás, si lo has pasado bien. Si has conocido a alguien como yo.

Fue el mejor viaje de mi vida. La estancia más pacifica en un mundo con descaros. El escape de lo real para llegar al sueño perfecto. Te amo, que más puedo decir.

Gracias por hacer de mi historias, algo verdadero. Gracias también por creer en mí, viendo cada herida que tenía dentro. Gracias por acompañarme en cada momento, por entender mis defectos, por hacer de mí, una mujer.

 Da igual todo, aunque en éste momento estés lejos por hay, haciendo lo que yo odiaba, yo estoy acá, haciendo lo que amo.  Pero recuerda bien, que un día así como hoy, no te amé, no me amaste, no nos amamos. Fuimos sólo uno los dos.

Condena.

Soy escritor maldito dentro de una hembra. Disección de las penas y despedidas. De los gritos y esperanzas, del desamor y sus cartas. Maldito si, cómo yo he de querer sin ningún adjetivo innecesario. Creé las noches con soles, las lunas con mañanas, el viento entre mareas, los mares tragando cielos. Procreé las sílabas cómo dedos contemporáneos. Tracé el sexo escrito y las caricias tácitas. Sobrepuse el fuego del agua, volé con rocas, pinte con grises, dancé sin músculos. Amé.

Rompí la ley de los malditos. Él sentir del corazón ver la luz. El amar con descaró, sin dejar tiempo al labor. Al crepúsculo destino de elegir entre vivir de las letras o amar. Maldito, maldita. He éste mi preludio y condena, bohemia noches y desesperación. Compacta ambas caras de la vida,  tú escritor no lograras mayor placer que el esperar meses por un texto perfecto, ni amar como el zigzag de tu mano sobre el papel fluir con sutileza.

Ve ahora , ni elegir puedo, pues esta es mi condena, no amare a nadie más que mis fúnebres escritos, jamás. No podre otorgar mayor atuendo de halagos que al mismo papel que rellenan mis palabras. No lograré ser de piel feliz tocando otros huesos, porque de mi piel nacen historias puras, y el único hueso febril es aquel que sostiene mi mano al escribir.

y volví.  Maldito escritor. O soy yo o no soy nadie. O son mis letras o mi piel. O son mis puños marcando historia, o mis lágrimas que nadie ha de beber.